Hoy que entras en mi alma como un tibio resplandor matutino, mis labios murmuran a tu mente un "te quiero".
Hoy que entras en mi alma recorriendo con tus frías y morenas manos mi piel ardiente, se enciende una luz en nuestros ojos.
Tus manos y mis manos juntas, trazando un camino en el aire. Déjame entonces recorrer ese camino de tu alma con mis ojos y contemplar el espeso claro de tu mirada.
Hoy que entras sin tardanza, llegas a instalarte en los aposentos de mi risa y encuadrar sin duda mi torso con tus brazos. No tengo queja alguna para quedar trenzada a tus dedos traviesos.
Son tus labios dulce agua de vida, los que que me besan y muerden a placer en tus horas de esplendor.
Hoy que entras, me besas, me abrazas, me acompañas... no es en vano el te quiero, pues tiene razones reales para ser y existir, en ti y en mi un nuevo amanecer.
Hoy que entras en mi alma recorriendo con tus frías y morenas manos mi piel ardiente, se enciende una luz en nuestros ojos.
Tus manos y mis manos juntas, trazando un camino en el aire. Déjame entonces recorrer ese camino de tu alma con mis ojos y contemplar el espeso claro de tu mirada.
Hoy que entras sin tardanza, llegas a instalarte en los aposentos de mi risa y encuadrar sin duda mi torso con tus brazos. No tengo queja alguna para quedar trenzada a tus dedos traviesos.
Son tus labios dulce agua de vida, los que que me besan y muerden a placer en tus horas de esplendor.
Hoy que entras, me besas, me abrazas, me acompañas... no es en vano el te quiero, pues tiene razones reales para ser y existir, en ti y en mi un nuevo amanecer.