lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi querida Magnolia




Te he escrito cartas con dulzura y con la esperanza de que algún día podré tocar tu piel mulata de nuevo. Mi querida Magnolia, tus manos han dejado de escucharse cayendo sobre mi cabello, tus dientes perlados ya causan calofríos en mis piernas. Mi flor perfumada de hierbabuena, no recuerdo ya tu cascada de ébano callendo sobre tus hombros, ni tu voz africana caminando por los pasillos de mi ventana. Es como si el río te llevara con la cristalina corriente y su caudal ensordeciera tus gritos de amor.


¿A dónde te has ido flor de árbol firme? ¿En dónde te he de encontrar ahora? Es como si detrás de mi hubiera un violinista que tocara una sonata ante tu ausencia. Mulata, mezcla de orígenes, si un día regresas aquí te dejo dos rosas con las que me despido de tus labios azucarados y de tus ojos negros.


Dejaré de ver tu cuello de gacela bajo el sol, y dejaré todo tal cual quedó, en el patio tus telas de colores secando cerca de la fuente para que te vistas nuevamente, tus jarrones llenos de agua clara por si tienes sed de regresar, la huerta llena de frutos por si tienes hambre de empezar, y la casa con un ramo de Magnolias que glorifiquen tu nombre en el altar de nuestro hogar.


Adiós Magnolia, de ti no me llevo ni tu imagen, te lo dejo todo... todo.



2 comentarios:

MAMUMA dijo...

te lo dejo todo, menos mi corazón.

Anita dijo...

No MAMUMA "todo" implica todo.