"Como un mar eterno quiero ser yo libre amor para que cuando cante llegar a tu corazón, para que cuando estés solo poder oírme como si se tratara de sirena..." (Hanna)
Otto le preguntaba a Ilka, ¿por qué lloramos? Ilka lo miraba con gran asombro, y le decía: porque somos mares. No era la primera vez que le hacía esa extraña y simple pregunta, pero a Otto le gustaba escuchar a Ilka recitar aquellos versos que le dedicaba al mar y a las lágrimas. Ilka cerraba los ojos gatunos detrás de las gafas y echaba atrás sus cabellos rojos hablando con una voz muy seria:
Lloramos porque somos mares,
lloramos porque llevamos al océano entre las pestañas.
Porque somos diferentes
y sabemos hacer agua de mar.
Inventamos el llanto para acompañarnos del mar,
lloramos en noches de luna y estrellas,
vemos pasar las nubes y sentir el viento antes de la lluvia,
que también son lágrimas verdemar.
Lloramos porque somos mares,
mares inmensos, ricos, líquidos, hermosos,
pasionales, tormentosos, transparentes y azules.
Sabemos hacer agua de mar.
Lloramos porque somos mares
y el mar necesita crecer.
Lloramos porque somos mares
y del mar todos venimos a nacer.
Lloramos agua con sal,
con oleaje sensual,
murmullo de espuma fresca
para abrazar una boca pasional.
Lloramos porque somos agua,
con intensidad de tormenta,
sentimiento y belleza.
Somos Mares.
Entonces lloraré. - Sí Otto, debes llorar. Ilka abrió los ojos y dejó escapar una lágrima que corrió por su mejilla y se detuvo en una pequeña red de cabellos rojos que quedaban en su cara. -Ilka, eres el mar más revoltoso y azul que he conocido. Y con sus labios Otto bebió la gota de agua salada que los cabellos de Ilka habían pescado cerca de su mejilla.