sábado, 30 de julio de 2011

V e n t a n a s




Las ventanas estuvieron presentes a lo largo de su vida, se las topó por doquier, viajaba mucho e indispensablemente tenía que mirar el camino que recorría. Se hizo amiga de las ventanas, siempre le mostraron algo que las puertas no podían, una perspectiva distinta de la vida.

Su madre le enseñó que una ventana puede ser mágica y darle la mejor vista como si estuvieses en primera fila. Esa fue la manera en que aprendió a no aburrirse. Recordándolo como si fuera ayer, ella una pequeña niña que no podía salir a jugar porque llovía y los juguetes ya estaban a punto de agotar la magia que les provoca a los niños.

- Mamá puedo salir a jugar, estoy aburrida.
- No, está lloviendo.
- Pero estoy aburrida, está lloviendo y no se ve la tele.
- Juega con tus muñecas.
- Ya jugué, pero ya me aburrí.
- Juega con tu hermana.
- No quiere, dice que le duele la cabeza y que no la moleste, además se enojó porque no le quise prestar el vestido rosa. Juega tú conmigo.
- Estoy planchando.
- Te ayudo.
- No porque te puedes quemar.
- ¿Entonces qué hago?
- Mira por la ventana

En ese momento, ningún plan pudo ser mejor, mirar por la ventana, ¿a quién se le ocurriría tan genial idea? Al principio es raro, pero después uno se da cuenta que las ventanas son mejor que la televisión y por eso todas las casas del mundo son más demandadas cuando poseen ventanas.

Por primera vez se asomó a la ventana acercándose lentamente y colocándose bajo la cortina que en aquel momento provisionalmente era una cobija. Un mundo totalmente distinto apareció, había gotas de lluvia golpeando el cristal y colgándose en la herrería, el cielo era blanco y en algunas partes gris, caían rayos y el viento mecía el ficus que plantaron justo enfrente, vio gente correr calle abajo, niños grandes saltando en los charcos y un perro horrorosamente mojado que fue a refugiarse bajo las escaleras de la entrada. Definitivamente lo que ocurría afuera tenía una perspectiva totalmente distinta, lo verde era más verde, lo mojado más mojado y lo blanco más blanco, quizá su mamá había limpiado muy bien el vidrio para que el asfalto y el cemento se viesen más finos y antojables para caminar.

Tiempo después, descubrió las ventanas del autobús, las del tren, las del auto, las del avión, las ventanas de la casa del abuelo, las de la otra abuela, las ventanas de la casita de campaña, las del edificio, las del hospital, las ventanas del banco. los ventanales del aeropuerto, las del camper y por supuesto las de la computadora. Mandó poner ventanas a la casa del perro para que él pudiese ver también desde otra perspectiva.

Las ventanas te mostrarán un cuadro de lo que hay afuera, lo hace ver mucho mejor, puedes ver un paisaje, una comedia, al ladrón que se mete enfrente, a los vecinos pelear, una sinfonía de pájaros en vivo, espiar a la pareja exibicionista o ligar con algún ser atractivo que acabe de mudarse. Las ventanas en los viajes son divertidas, los árboles y las casas pasan tan rápido que no alcanzas a registrar la cantidad de tonos verdes, azules y café, el paisaje rota constantemente, entre más cerca más movimiento, entre más lejos más estático. Y entre más alto más paisaje.

Por eso ella ama las ventanas, asómate un día y verás.


miércoles, 20 de julio de 2011

Cumpleaños perfecto



Desde que cumplí los 11 años, en automático apareció esa sensación, es algo fácil de comprender y un tanto loco de explicar. Pareciera que con la aparición de la adolescencia también apareció este suceso. Es que resulta que cada año en el día de mi cumpleaños despierto enamorada, ¿de qué o de quién? No tengo idea.

Sucede que me siento con la esperanza de la llegada de alguien muy especial, atendiendo a mi razón y a la terapia, he llegado a la conclusión de que es un anhelo, un deseo muy fuerte y poderoso que se arma de esperanza, por qué no, el día más especial para mí: ¡Mi cumpleaños!

Hace poco alguien me preguntó "¿qué harás en tu cumpleaños", y, creo que hice una pausa para decir por primera vez en la historia de mi vida que no tenía la menor idea. Llevo varias semanas pensando en hacer algo especial, como normalmente lo hago, y así como se va un billete de 500 en tonterías, así también se largó mi imaginación cumpleañera.

Lo único que sé, es que esa sensación de cada año volverá a aparecer, engañará a mi corazón con las esperanzas de cada año y permanecerán ahí durante las 24 horas que dure el día.




Todo comienza cuando despierto, quizá mientras duermo, al abrir los ojos y respirar por primera vez el día, pienso: Hoy llegará. Me invade la sensación de enamoramiento y energía que infunde un primer encuentro, luego, comienzo a fantasear: El amor de mi vida llegará hoy, con rosas y un presente o una carta de amor para declarar que está enamorado de mi, está allá afuera esperándome. Al salir, si acaso estará la mascota del vecino haciendo su ronda matinal. No importa, el día es largo y entre los festejos y los regalos parece abrumarse más la sensación, "Vendrá por mi", "Llegará en cualquier momento", "Aparecerá entre la multitud gritando mi nombre". Y cuando llega la noche, sonrío, quizá se reservó el momento de los amantes, ellos salen de noche, con todo y lluvia vendrá.

Pero las horas pasan lentas e inquietantes, termino durmiendo y derramando una lágrima de dolor al cerrar mis párpados. No llegó. Al día siguiente miro por la ventana y no me queda más que soltar mi inflado corazón al cielo, esperando que reviente con la luz del sol o con algún relámpago de la tormenta y lo traiga de nuevo a la Tierra.

domingo, 10 de julio de 2011

El lado oscuro de la luna



Mi querido R. ¿has visto qué bella es la luna? Es enigmática, luminosa, brillante, romántica y a veces loca. Sin duda es un cuerpo celeste que nos inspira, nos maravilla, nos deslumbra, y no existe persona alguna que en el mundo la odie, o al menos quede sorprendido por sus efectos. Alguna vez escuché a alguien decir "que no sirve para nada, pero si la ves, te hace sentir mejor", a mi me hace sonreír y sentirme enamorada, literalmente: en ella. Así se siente cuando uno está enamorado, cuando el amor llega a tocar las fibras más sensibles del corazón de una persona, como tocar la luna con tus propias manos y respirar su luz.

Tú insistes en que el lado oscuro de la luna también existe, y yo, no pienso negarlo. Una vez al mes, la luna no se ve; en otras ocasiones está oscura casi en su totalidad, se nota una delgadísima uña de luz apenas visible, las escabrosas tinieblas tratan de cubrir aquella hermosa luminosidad de la luna. Las noches oscuras y sin ella parecen interminables, infunden miedo ya que no sabes por dónde caminar, sientes que caerás y te lastimarás, te asusta, te enfada y la maldices. Todo pareciera terminar en pozo sin fondo, en la nada, dolor y deseperanza, creo que también nos hemos sentido así alguna vez.



A pesar de toda aquella angustia y frustración que esa negrura puede influir, llegué a la conclusión de que nadie recuerda ese lado oscuro, algunos ni siquiera recuerdan el miedo al haber estado ahí. Porque, gracias a esa lobreguez, su cara iluminada es mucho más hermosa, igualmente hermosa como cuando está llena de luz.

Comparo el amor y las relaciones humanas igual que las fases lunares, somos seres completos, con un lado de luz y un lado de oscuridad, gracias a ello podemos apreciar lo bueno de las personas, de las relaciones y del amor. No siempre estarán iluminados, pero sabemos que están ahí y crece siempre la esperanza de que se volverán a ver en su total belleza. Esperamos un breve rayo de luna en el corazón de todos aquellos a quienes amamos aunque se encuentren en la noche más negra. De uno depende superar las propias oscuridades y tolerar las tinieblas ajenas para vivir la más sublime de las lunas.

jueves, 7 de julio de 2011

Con Nada...

Vengo hoy hasta ti, con el corazón en carne viva, con el pecho abierto y con las suturas rotas. Se escurre mi sangre lentamente y aquí me tienes, tal cual soy, con la desnudez del cuerpo y del alma, por que no poseo nada... aquí tienes mis silencios, mis alegrías y mis caricias.

Te doy en un beso mi amor, porque ya no es mio, te doy mis recuerdos, porque los he perdido, si me abrazas te daré el calor que me queda. Tómame que ya no me pertenezco, no tengo casa, ni hogar, no tengo mundo, no tengo tierra ni nación. Muero ahora que la vida también se me escapa, como ves no puedo ser más desapegada de lo que ya estoy. No me toca tener un amor que viva por mi, ni tampoco que me deje amar, no me toca tener un pedazo de tierra al que pertenecer, no tengo amigos leales ni permanentes, ni esperanza, ni nombre, ya que no lo elegí, si no te tengo, entonces me quedaré igual que antes, con nada.

Se me va la salud, la energía y la emoción, la pasión ya no ronda por aquí, las lágrimas se pierden al escapar de mis ojos, estos, ya no ven, están ciegos tampoco he de usarlos ya. Día con día he perdido y perdido, estoy muriendo en carne viva, lenta y dolorosamente, ya no escucho tu voz, ya no tengo voz para llamarte, te dejo el adiós cuando deba perderte y entonces, por fin, quedaré despegada del mundo que nunca tuve.