miércoles, 7 de septiembre de 2011

Azul Turquesa

Caminaba lentamente sobre la playa al medio día, cuando el sol quema inténsamente los sentidos, cuando la piel se enrojece y el sudor viaja rápidamente por el cuello, su pecho morfológicamente femenino, su abdomen descubierto y se pierde en la pieza azul que cubre sus caderas. Se sumergen sus ojos avellana en el agua, su razón en la sensación dejada por la espuma de cada ola y su cabello castaño volando en el viento. Su corazón late rápidamente y deja ver en su dorso un suspiro, un suspiro de esos que te regresan la vida, el alma.

Como si el agua salda fuese imán y esas olas fuesen brazos, la jalan hacia la profundidad del mar, la reclama suya y entera, la besa y la acaricia de pies a cabeza, le eriza la piel con corrientes tibias y heladas y la regresa con suavidad a la orilla, se le pega la arena en la piel y su sabor salado. Ahora ella sonríe, le devolvieron su alma y es que la arena y el mar lavan las penas. El cielo cambia, el color del agua cambia, combinan con su alma que es azul turquesa.

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