miércoles, 20 de julio de 2011

Cumpleaños perfecto



Desde que cumplí los 11 años, en automático apareció esa sensación, es algo fácil de comprender y un tanto loco de explicar. Pareciera que con la aparición de la adolescencia también apareció este suceso. Es que resulta que cada año en el día de mi cumpleaños despierto enamorada, ¿de qué o de quién? No tengo idea.

Sucede que me siento con la esperanza de la llegada de alguien muy especial, atendiendo a mi razón y a la terapia, he llegado a la conclusión de que es un anhelo, un deseo muy fuerte y poderoso que se arma de esperanza, por qué no, el día más especial para mí: ¡Mi cumpleaños!

Hace poco alguien me preguntó "¿qué harás en tu cumpleaños", y, creo que hice una pausa para decir por primera vez en la historia de mi vida que no tenía la menor idea. Llevo varias semanas pensando en hacer algo especial, como normalmente lo hago, y así como se va un billete de 500 en tonterías, así también se largó mi imaginación cumpleañera.

Lo único que sé, es que esa sensación de cada año volverá a aparecer, engañará a mi corazón con las esperanzas de cada año y permanecerán ahí durante las 24 horas que dure el día.




Todo comienza cuando despierto, quizá mientras duermo, al abrir los ojos y respirar por primera vez el día, pienso: Hoy llegará. Me invade la sensación de enamoramiento y energía que infunde un primer encuentro, luego, comienzo a fantasear: El amor de mi vida llegará hoy, con rosas y un presente o una carta de amor para declarar que está enamorado de mi, está allá afuera esperándome. Al salir, si acaso estará la mascota del vecino haciendo su ronda matinal. No importa, el día es largo y entre los festejos y los regalos parece abrumarse más la sensación, "Vendrá por mi", "Llegará en cualquier momento", "Aparecerá entre la multitud gritando mi nombre". Y cuando llega la noche, sonrío, quizá se reservó el momento de los amantes, ellos salen de noche, con todo y lluvia vendrá.

Pero las horas pasan lentas e inquietantes, termino durmiendo y derramando una lágrima de dolor al cerrar mis párpados. No llegó. Al día siguiente miro por la ventana y no me queda más que soltar mi inflado corazón al cielo, esperando que reviente con la luz del sol o con algún relámpago de la tormenta y lo traiga de nuevo a la Tierra.

3 comentarios:

Borracho dijo...

Tu error, me parece, consiste en esperar a que alguien te haga feliz. Deberías considerar la opción de ser feliz por lo que eres y lo que hay en ti, dentro de ti.

Nadie puede darte la felicidad solo con aparecer en tu vida. La felicidad la generas tú, surge dentro y se proyecta al exterior, hacia el universo...

Anita dijo...

Y quién dijo que era mi historia personal?

Borracho dijo...

Tienes razón. Mi comentario va dirigido al personaje que narra la historia en el post.

¡Salud!