jueves, 5 de enero de 2012

Amanecí en tus brazos



Amanecí en el calor de tus brazos, con la ternura de tu mejilla y tu quijada diciendo "sí" todavía. Era tu compañía la seguridad de mi cuerpo y tus ojos la tranquilidad de mi alma. La embriagante noche nos llevo a mi lecho, a cubrirnos mutuamente la piel con besos, a gritar en el silencio de la casa, a huir del ruido del bar y a refugiarnos en el sexo para consumir nuestras ganas. Ganas de poseer, ganas de acompañar, ganas de sentir la libertad de no pensar, ganas de ser amados. Fue contemplar en tu rostro la complicidad que reflejaban tus pupilas, la satisfacción de las lenguas, el gusto por estar presentes.

Amanecí en el vapor de cuerpo que ya se ha esfumado, amanecí reflejándome en tus miradas invisibles, amanecí fundiéndome entre tus piernas, abrazando tu pecho en el aire, besando la aurora de tus labios ya fríos, abrigando mis dedos con tu cabello para seguirte amando todavía.

Amaneceres intactos en mi memoria añoran despertar junto a ti y nadie más. Queman como el fuego tus recuerdos, sonrio y lloro, las lágrimas laceran mi corazón al alba, mis pensamientos vagan gritando en el vacío infernal mientras añoran amanecer en tus brazos.

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