domingo, 11 de julio de 2010

Los sacrosantos tacos al pastor.


Miércoles, tenía que terminar ciertas tareas de la maestría, me levanté tempano y el martes fue un poco pesado así que estaba cansada, el miércoles es un día pesado de trabajo, me toca hacer guardia en el negocio, para colmo ese día cancelaron unos y no llegaron otros clientes y una despistada olvidó confirmar su cita por lo que no estaba agendada y yo me fui a comer, excepto que no había nada para preparar, nadie en casa, bien los responsables de ir al súper no lo hicieron, me preparé lo que pude.

Debía arreglar asuntos legales resulta que mi establecimiento tiene un anuncio fuera de la normatividad, y claro otros auncios iguales no los quitaron, es de esas veces que los inspectores tampoco dan la cara para explicar lo que acontece. Es difícil encontrar un abogado que explique los artículos señalados... en fin, llegué a preguntarme ¿cómo es que a ellos no les dicen nada y les dejan sus anuncios y a mi no? pregunta sin respuesta. Moraleja para mi, es difícil mantener un negocio propio.

Es agotador que lo dejen a uno plantado en realidad no queda de otra que hacer algo de limpieza o platicar el chisme de la semana con la secretaria, yo diría "podría estar haciendo mi tesis, mi tarea, leyendo algo interesante o estar de fiaca en casita", pero no ahí tiene que estar uno hasta que llegen y si no llegan pues... ni modo. Fue muy pesado, además ir y venir en el auto a ciertas horas del día cansa y cansa muchísimo.

Al fin llegó la hora, de dije a la señorita L. que nos fuéramos 20 min. antes de lo previsto para cerrar, no tenía caso quedarse y perder más tiempo, al salir sentí hambre, había olvidado que comí una quesadilla en casa y eso fue todo. Así que revise mi lujosa cartera ahora rota y en números rojos, encontré unos fabulosos 50 pesos. ¡ La gloria! ¡soy millonaria! ¡viva! Así que arrastrando los pies llegué hasta el auto y manejé en dirección a "la calle del hambre", ¡Rayos! aún no abren los negocios de comida es muy temprano aún, es que salí antes de la hora. Era una decepción para mi estómago que comenzaba a hacer crestas que crujían dentro de mis entrañas, tomé una nueva ruta, a casa, acabo de recordar que en la calle de atrás hay una taquería a la que tenía tiempo que no iba, así que el plan funcionaba.

Me estacioné y estuve a punto de entrar en la casa e invitar a alguien, pero me arrepentí, creo que venía fastidiada de un día tan gacho. Así que desvié los pies hacia la otra calle, los iba arrastrando, era difícil caminar sin sentir el cansancio del día. Llegué logrando que no me atropellaran en la calle principal, al paso que iba los automovilistas se desesperaban, así subí unos cuantos escalones y me senté en la barra, al parecer era la primer clienta del día, y una cálida voz de hombre me dijo: "
Buenas noches señorita, se le ve muy cansada, parece que tuvo un día pesado en el trabajo". ¡Por Dios! ¡Este hombre es adivino! (ná, en realidad si era mucho mi cansancio) pero oye, nadie en estos tiempos es tan empático, ni una mamá logra hacerlo y decirlo de la manera en que uno lo necesita. Esa voz simple y sencillamente alegró mi día, uno no espera que el taquero sea la persona que comprenda y que te de contención con un señalamiento así.

¡Sí! creo que sí - No se preocupe señorita ya va a descansar ¿qué le preparo? - jeje gracias, quiero una gringa y dos tacos al pastor.

Preparó mi cena, que disfruté bocado a bocado de mis sacrosantos tacos, despedían un aroma estupendamente delicioso, con su piña, su cebollita y su cilantro. Alguien pasó para recordarle al taquero un evento que tendrían, fueron como 3 min. y luego como reaccionando, me dijo: "
Disculpe que la deje sola, ya regresé." Puse cara de niña consentida, me sentí como cuando mi papi me acompaña a comer cuando llego tarde de la escuela o del trabajo. Fue una de esas cenas en las que todo tan sabe rico, que olvidé el mal día que tuve.

2 comentarios:

Borracho dijo...

Mmmm...

Tacos. Que rico.

Anita dijo...

Bueno luego te invito a cenar tacos.