sábado, 26 de septiembre de 2009

Llegaste tarde


Las hojas de este otoño comienzan a barrerse, el frío del aire comienza a resecar las añoranzas, se caen las esperanzas, se apaga el verde y llega lo seco. Azul, el cielo azul ahora es gris, los rayos de sol son tibios y se hacen ocre los árboles.

Tibio resplandor, ¿a dónde te fuiste? Y un rayo de luz atraviesa las nubes oscuras, un ocaso amarillo, un ocaso dorado y frío. Mi otoño, llegaste en mi otoño. Infinito, así es, un círculo de hojas girando en el viento, el remolino de emociones avanza. Se oye el crujir de tus pasos invisibles sobre las hojas del parque, y yo, esperando en la banca de siempre.

Otoño, llegaste tarde, él, ya se retiró, y dejó a su paso la hierba seca y los árboles del verano muriendo. Fue aire que levanta el polvo de esta estación, lo levantó, y se lo llevó al infinito, tal vez a alcanzar la última puesta de sol. Otoño, mi dulce otoño.

Y en el eco del frío que se aproxima se oye su risa, se oye su voz, se oye su respiración. Otoño, mi dulce y gélido otoño, llegaste tarde.

2 comentarios:

MAMUMA dijo...

bonito,
un saludo

Borracho dijo...

Por unos que llegan tarde, habrá otros que lo harán en el instante adecuado... La vida sigue y siempre habrá una próxima primavera.

Eso es seguro.