miércoles, 2 de septiembre de 2009

El silencio del campanario


Eran las 3 de la mañana, hacía un frío muy fresco, la noche era clara, mas no siempre lo era. Le gustaba encaminarse a la torre del campanario, pues a esa hora no había gente que irrumpiera en sus pensamientos; el silencio del lugar siempre ensordecedor, que, incluso, sus pensamientos se ahogaban, no había en que pensar, sólo en sentir el tremendo frío que le alertaba la piel en mil sensaciones que la estremecían. Le gustaba ir, sentarse sobre el helado mármol y escuchar el silencio, bendito silencio, todas sus angustias y demonios quedaban dormidos ante el silencio aniquilante de la noche. Nada mejor que ir a ese refugio en sus noches de insomnio y completa soledad, amanecía ahí, entre los escalones y su pálida piel. Sorda de silencio soñaba con todo y con nada, pues no existía un qué ni quién le perturbara la calma de su alma. Exhala el vaho mentolado de su esencia, liberaba su calor entero y la cubría en una nube blanca hasta el amanecer, donde siempre la encontraban durmiendo entre lágrimas de plata. En el silencio del campanario, en el arrullo de la noche, en el congelado sereno de la madrugada, duerme tranquila con la vida.

2 comentarios:

MAMUMA dijo...

El silencio en la madrugada es una sensación muy agradable

Florecita Rockera dijo...

lágrimas de plata, suena bien bonito :)