Recuerdo ese día, estaba extraordinariamente soleado para un día de invierno, ¡ah! pero... estábamos en la playa, te fuiste con los chicos a explorar terreno y regresaste con un coco relleno de cangrejitos que luchaban entre sí y con el pequeño regalo que encontraste en la orilla de la playa.
Y cuando tu y yo decidimos dejar de hablarnos, el regalito desapareció, en algún lugar de mis triques fue a dar, creo que el espíritu del molusco que llevaba dentro lo movió para esconderse. Fue el segundo y el último regalo que me diste. Al verlo caer, recogerlo, mirarlo y recordar de dónde había provenido, me trajo recuerdos muy lindos. Me hizo reflexionar acerca de mis recuerdos, de lo que significa compartir, ¿en qué momento nos volvimos extraños? y sobre todo ¿qué significa este regalo? o ¿qué debió significar en ese instante? ¿qué pasaba por tu mente?
Creo que nunca tendré respuestas, lo único que tengo aquí, son tus regalos, un libro que necesitaba tanto y una concha de mar, en ambas ocasiones me recorrió por la piel entera tanta alegría... que me hizo sonreír. Ambos regalos estarán en mi corazón por siempre.
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