viernes, 12 de junio de 2009

Fragilidad de dos


En las almas se encontraba la fragilidad, probablemente tanto aquellos instantes como los que continuarían serían tan sensibles como siempre. Nada tenía en contra de su condición sin embargo si no se cuidaban bien atenderían a las consecuencias. En las almas se encontraba el calor y el fuego, en las miradas no se veía más que la profundidad de cada uno hundiéndose en el otro; largos e interminables senderos conducían a sus corazones. Todo y nada, se prendían de risas inexplicables y de largas y sonoras frases de no se que, era el pan, era el alimento, el espíritu que brotaba de cada uno. Se movían las notas a su alrededor, probablemente los cubría un manto de estrellas invisibles, sol, luz y amor. Allá en la nostalgia se recuerdan, allá en lo alto de la nada se buscan, se encuentran y se vuelven a perder. Se dejan caer al precipicio del ayer y se alegran de encontrase, la fragilidad de las almas nuevamente, sensibles y delicadas, un toque de rosas, un toque de ternura, nuevamente están mirándose, sin encontrarse, sin explayarse, sin entenderse. Ecuánimes como mirándose cada quien al espejo sin llegar jamás a tocarse, están en ese espacio entre el cristal y la imagen, perdidos en un universo de cristal, frágil como sus almas, frágil como sus ojos, frágil como sus palabras, frágil como ellos mismos. Es un laberinto, un campo minado, una melodía interminable, fragilidad de dos que se miran sin tocarse.

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